El panorama español está cambiando a pasos agigantados. El panorama inmobiliario, como no podía ser de otra forma, también se ha visto afectado ante esta nueva situación.
Tradicionalmente, la sociedad española se ha caracterizado por la compra de pisos frente a otros países de Europa en los que desde hace años ha primado el alquiler. En España arrendar era sinónimo de “tirar el dinero”, pagar por algo que nunca se iba a tener en propiedad. Sin embargo, este concepto ha evolucionado.
La tendencia inmobiliaria está cambiando, no hay duda: la inestabilidad económica y laboral da lugar a que cada vez sean más los españoles que apuesten por alquilar una vivienda en lugar de comprarla. ¿Ventajas? Son muchas las posibilidades que ofrece el arrendamiento frente a la compra de inmuebles: mayor movilidad, no hacernos cargo de las derramas o reformas de la comunidad, siempre podremos trasladarnos a un piso con una cuota de alquiler menor etc.
Sin embargo, es importante pensar a largo plazo. ¿Qué pasaría si todos viviésemos de alquiler durante toda la vida? Si arrendamos, en la mayoría de los casos, poco o nada nos queda para ahorrar, a medida que pasan los años nos acostumbramos a vivir de una determinada manera y como diría Wiston Churchill “Es más fácil cambiar de religión que de hábito”.
Llegamos a los 50 años, continuamos de alquiler y no tenemos un plan de jubilación que complemente nuestra pensión; vemos cómo nuestra jubilación se invierte prácticamente en pagar ese piso en el que llevamos viviendo años pero que no tenemos en propiedad. Esto en el mejor de los casos, porque podemos tener la mala suerte de que cuando queramos recuperar nuestro plan de pensiones vivamos una crisis como la actual y nos den menos de la mitad del nuestro dinero. Finalmente, nos encontramos con una pensión con la que no podemos vivir pero tampoco nos podemos jubilar.
¿Solución? Pedir (como ocurre en otros países) que por favor no nos jubilen y de esta manera poder hacer frente a todos los gastos. Y así, nos vemos condenados a trabajar toda nuestra vida.
En España, el plan de protección que tenemos para la jubilación es que la mayoría de los jubilados tienen su casa en propiedad, es suya y ya está pagada. Esto les permite vivir a ellos y además, en estos tiempos que corren, también hacerse cargo de sus hijos e incluso nietos.
¡Cuántas familias salen adelante gracias a los abuelos! Esos mismos que, años atrás, lucharon por sus derechos y lograron cambiar las cosas a pesar de las dificultades. Ahora que podrían disfrutar tranquilamente de su jubilación se ven en la obligación de ayudar a sus hijos a los que ahora les quitar los derechos que sus padres consiguieron.
Si nos quieren meter una política de alquiler debería existir una política de ayuda al alquiler y que se recogiese como un derecho que no nos pudiesen quitar.
El alquiler se debe interpretar como una salida temporal ante la situación que vivimos, pero ¡cuidado! que no se transforme en un modo de vida permanente porque entonces puede dar lugar a una futura carga social que difícilmente podremos soportar.